Una
parte de este agua es absorbida por el terreno, otra parte se evapora,
volviendo a circular por la atmósfera, y otra, finalmente, corre por la
tierra formando arroyos, torrentes y ríos.
Los
ríos nacen generalmente en las montañas. Todo comienza en la llamada cuenca de recepción,
que es una zona en forma de vaso (por ejemplo, el fondo de un valle).
El
agua de lluvia que avanza por grietas y surcos naturales, la que proviene de la nieve y los glaciares,
y la que surge de los manantiales se unen en un solo cauce y así nace un río.
En
las altas montañas no suele llover en invierno, pero hay mucha nieve, y ésta,
cuando hace frío, no se derrite. Por eso, los ríos que nacen en dichas montañas
bajan escasos en invierno, pero avanzada la primavera tras el deshielo, su
caudal está en plenitud, y gracias a la aportación de las lluvias estivales y
otoñales, continúa siendo rico hasta comienzos del invierno.
Hay
otros ríos cuyo origen son las fuentes o manantiales,
pero que también se alimentan de lluvias. Cuando no llueve, bajan escasos, pero
si llueve, vienen crecidos.
Otro
tipo de río lo constituye por sí solo el Amazonas. Recibe afluentes de los dos
hemisferios, que tienen distintas épocas de lluvias, pero cuando se retrasan
las de un hemisferio y coinciden con las lluvias del otro, la aportación tan
grande de todos sus afluentes a la vez provoca en el Amazonas grandes crecidas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario